- Primero, se da una época de descubrimiento mutuo entre el arrendador y el arrendatario.
- Luego, en caso de que este conocimiento sea positivo, se procura acercar posturas para llegar a un acuerdo de arrendamiento.
- Luego, en el caso de los arrendamientos 100% oficiales (= legales) , viene un tiempo de trámites administrativos, es decir, de papeleo.
- Finalmente, una vez que el arrendatario ya está en la vivienda alquilada, se genera(n) el(los) tipos de relación que se va a tener entre arrendador y arrendatario.
Cierto es, que hay malos inquilinos (= arrendatarios) y malos arrendadores. Y, en este momento, el primer caso me está pasando a mi en carne propia. Sí: en carne propia, pues tengo, dentro de mi cuerpo, un indeseable inquilino -o, al menos, eso parece por la sintomatología del caso ;)-.
Para comenzar, si le entra la calentura (lo cual no es nada extraño), este inquilino se multiplica siempre que puede. Pero es que no sólo eso, sino que, a tal fin, destruye la zona que ocupe, llevándose las paredes de la estancia a cuestas (generando así, una especie de "casa a cuestas").
De otra, no paga arrendamiento ni similar, porque realmente, más que inquilino, es un okupa, pero no de eses que te arreglan el lugar donde están, sino, como ya he dicho antes, uno que te destroza la vivienda siempre que puede, y encima se lleva parte a cuestas sin ningún rubor (y sin causa aparente alguna, más que que le haya entrado un calentón).
Así que, sinceramente, mucha gente ya podría evitar generar leyendas negras más o menos interesadas, y preocuparse más de hablar con el/la inquilino/a y preguntarle por sus necesidades, y atenderlas cuando sea posible, llegando a acuerdos que mejoren la convivencia entre ambos, ya que pueden, pues, además, con mi "okupa destruktor" no es muy posible hablar.
Si dudais de todo lo dicho hasta ahora, recordad la última vez que tuvistéis un catarro o gripe, y luego me contáis.
Forza4.
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