Via twitter, acabo de descubrir la campaña del ministerio de igualdad: “Saca tarjeta roja al maltratador”, y la verdad, me parece que, una vez más, se olvidan algo muy importante en la campaña, algo vital, algo sin lo cual la campaña está coja, olvidándose de un tema principal.

Analicémoslo: Cuando hablamos de maltrato, estamos hablando de una situación de inestabilidad, que puede ser crónica o aguda.

¿Qué quiero decir con esto? Queremos decir que una situación de maltrato, todas las personas implicadas, directa o indirectamente, sufren el maltrato. Nadie se libra, ni siquiera quien inflije el maltrato.

Siendo esto así, eso significa que el ministerio de igualdad se olvida de que poner etiquetas suele tener el efecto contrario al que se pretende, máximo, cuando se pretende erradicar el maltrato.

Como dijo Concepción Arenal en una gran frase “Odia el delito, y compadece al delicuente”. Es más, prefiero una modificación libre de la misma que vendría a decir: “Condena el delito, no al delincuente”, ya que tenemos la costumbre de meter en el cajón de los “indeseables” a cuantos han cometido cualquier afrenta y, sinceramente, me parece que si eso hiciésemos, en justicia, casi nadie se libraría de ser considerado indeseable.

Desarrollando lo que acabo de sugerir, pienso que si se le saca “tarjeta roja al maltratador”, si se lo saca de la sociedad, si se lo condena más allá de lo judicial y sin restricción de tiempo, y si (como se suele hacer) no se le sabe escuchar, todos los esfuerzos seguirán cayendo en saco roto.

Por todo ello, hay que darse cuenta que (más allá de consideraciones de índoles visceral e irreflexiva), para ir resolviendo los problemas de maltrato se necesita un tratamiento integral del asunto que trate a todas las personas implicadas en el problema (persona directamente maltratada -”víctima”-, persona que maltrata -”maltratador/a”, familiares, allegados, amigos, etc.).

Es más, el tratamiento social de esto debe implicar, a mi ver, una educación no sólo para la igualdad, o para la comprensión, sino una educación integral para la paz, donde paz es no sólo lo opuesto a la guerra, sino el estado en el que es posible conseguir los objetivos tanto personales, colectivos como sociales, no sólo en oposición a las disensiones.

Usando un extracto de la definición 4 de la palabra Paz en el diccionario de la Real Academia Española:

4. f. Sosiego y buena correspondencia de unas personas con otras(…)

Por todo ello, pienso que la campaña del 016, aparte de aportar enfrentamiento (ahora el “malo” es el maltratador como persona, no el maltrato como figura punible y condenable).

En resumen: Si seguimos acosando al maltratador, es decir, intentando infligirle daño al maltratador “para que sepa lo que es”, cuando él es la primera (no necesariamente la principal) persona maltratada por si mismo, entonces, en vez de resolver el problema, lo único que hacemos es mantener activo el foco del problema.

Pero lo primero, sería intentar evitar seguir contribuyendo a unos ciertos “roles de sexo”, o incluso a unos “roles de poder”, que vemos en todos los lugares, desde la tv (principal medio de influencia masiva), hasta en los bienintencionados (pero tantas veces erróneos) consejos paternos.

Tal vez, en vez de intentar culpar a alguien, cada quien tendría que empezar a reconocer su responsabilidad en unas ideas y unos comportamientos que, si queremos erradicar, tenemos que empezar a erradicar cada uno de sus vidas porque.. ¿quien no usó nunca un alto nivel de voz para intentar imponer su criterio, o su turno? ¿quién no echó nunca un insulto por la boca? ¿quién no intentó acomplejar a otro por evitar el insulto?

Hablando claro, y, como dice la Biblia (en reinterpretación libre de un servidor) : “Quien esté libre de falta, que tire la primera piedra”.