Parece que el destino ha querido jugármela...
Llego todo convencido a casa a toda prisa para ir a trabajar, y resulta que no he de ir. La persona que lleva el establecimiento en el que trabajo las vísperas de festivos está en el hospital.
Pero se da otra cuestión, y es que esa persona es una familiar. Y lo que en principio iba a ser una gran noche de ventas, se ha convertido en una tienda cerrada ante el probable asombro de los clientes habituales; el asombro propio de quien, esperando trabajar ese día, al final no ha de ir (y al siguiente habrá de ir a visitar a la familiar empresaria; y alguna quedada de última hora con amistades para hablar un poquillo de tal o cual tema.
En este caso, el sol del trabajo no amaneció para mi en la nublada noche de la amurallada ciudad. Pero los festejos continúan, y en poco más de 24 horas estos terminarán, un año más, en su bicentésimo quincuagésimo primer aniversario, o resumido, en su 251 aniversario.
Por lo demás, se supone que mañana saldrá el sol, sea este con o sin el manto nebuloso que, al menos años ha, caracterizaba a estes lugares del finisterrae ibérico.
Tal vez mañana el día depare algún acontecimiento que nos haga sonreir más y mejor.
Forza4.
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